Aprender a escuchar, la mejor medicina

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Por: Gustavo Adolfo Guacaneme

Es muy común encontrar a muchas personas que consideran que oír y escuchar son la misma cosa, sin embargo, estas dos palabras tienen connotaciones muy diferentes.

Toda la vida nos la pasamos oyendo los diferentes sonidos y palabras que a nuestro entorno se originan, pero son muy pocas las veces que nos dedicamos a escucharlos con lujo de detalles.

El escuchar es todo un arte, que desafortunadamente son pocas las veces que lo practicamos. Y es que cuando escuchamos algo es allí donde verdaderamente encontramos que las palabras y los mensajes que allí se dicen tienen un verdadero y real significado, del cual podemos sacar la mejor ganancia.

Ahora, en cuanto hace referencia a la comunicación entre los seres humanos, decimos que escuchamos sólo lo que nos conviene y lo demás lo descartamos, porque lo consideramos poco importante.

El escuchar a otra persona se pueden considerar como una de las mejores medicinas para la salud mental y espiritual del individuo, lo cual le genera relajación, calma y paz interior, que de una forma importante van a contribuir a un estado de bienestar general, situación que se reflejará en un mejor estado de salud.

Recordamos que un cuerpo sano es aquel que tiene una mente sana y viceversa. En muchos países industrializados, como los Estados Unidos de Norteamérica, dada la rapidez con la que se desenvuelven todas las actividades de sus gentes y debido al escaso tiempo de que se dispone, millones de americanos pagan grandes sumas de dinero, nada más por ser escuchados y esta labor en muchos de los casos está cargo de los médicos, quienes además de escuchar son los encargados de dar la mejor orientación a sus pacientes.

Sin embargo, en nuestro medio, este buen hábito de escuchar es poco utilizado y esto lo podemos apreciar, no solo en los consultorios, sino también en todas las oficinas y sitios de trabajo, donde la comunicación debe ser más fluida.

Detengámonos un momento a pensar y analizar si nosotros escuchamos a los demás, como quisiéramos que nos escucharan a nosotros… ¿Cierto que no?

Entonces si esto es así, por qué no damos un cambio en esta concepción y le dedicamos un poco más de tiempo a esta buena costumbre y contribuimos a mejorar la calidad de vida de nuestros semejantes.

No hay que olvidar que todas las cosas que se hacen con amor y afecto tienen también retribuciones de amor y afecto. Cuando se escucha con amor no solo se da alivio a la persona que se está escuchando, sino también se nos está dando la posibilidad de aprender más de la vivencia que esa persona nos está contando, cada instante que pasa en nuestras vidas es un mar de conocimientos, que desafortunadamente el ser humano deja desperdiciar por no usar de la manera adecuada todo su intelecto.

Una enfermedad física puede tener su punto de partida en una situación de conflicto, estrés o tensión emocional, y muchas veces, con el solo hecho de escuchar a esa persona, ya estamos contribuyendo en buena parte a que su proceso de recuperación tenga un inicio.

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