Por: Gustavo Adolfo Guacaneme González
Podemos decir que el funcionamiento correcto de los órganos, en su concepción más occidental, se expresa a través de la ausencia de síntomas de enfermedades tales como dolor, diarrea, ardor al orinar, tos, sangrados uterinos anormales, taquicardia o arritmia, cada uno de los cuales puede reflejar directamente el órgano o sistema afectado, como sería el estómago, la vejiga, el pulmón, el útero, el corazón, etc, haciendo corresponder cada síntoma, estrictamente al órgano directamente responsable.
Pero cuando nos encontramos con síntomas como son la ansiedad, la angustia, la depresión, el temor, la melancolía, la depresión, el insomnio, la irritabilidad, entre otros, todos éstos los englobamos en un mismo apartado denominado «psicosomático», y además, relacionado con algún lugar del sistema nervioso central, que requiere atención por parte del psiquiatra, pues de ahí se originan otros males orgánicos.
Todos esos síntomas pertenecen a un territorio un tanto desconocido, poco explorado y parecería que se manejara al margen del resto del organismo, aunque puede afectar secundariamente.
Se habla del cuerpo y la mente como si fueran dos partes separadas, en una relación rara y desventajosa para el cuerpo, que es el que supuestamente se conoce y se puede tratar directamente, pero es el que siempre se afecta por la mente y, desgraciadamente, se conoce tan poco de ella que no se sabemos cómo abordarle y corregir sus alteraciones.
En Medicina Occidental todo lo que no se puede demostrar objetivamente y que de alguna manera pudiera tener relación con algún aspecto emocional, se le considera «psicosomático», ya que de un lado no existe explicación clara de su origen, y por otra parte, su solución tampoco es muy clara.
Se utilizan medicamentos que no resuelven el problema, y que lo único que hacen es «tapar» momentáneamente la dolencia, mientras el problema de base se resuelve por sí solo o por otros medios, o bien el mal sigue avanzando.
En Medicina Holística se considera que el estado de salud se expresa por la ausencia de síntomas tanto orgánicos como emocionales, en otras palabras, la enfermedad, el desequilibrio de algún órgano o parte del cuerpo se expresa tanto con manifestaciones físico – orgánicas, como con manifestaciones emocionales de la «mente».
En ningún momento se separan los síntomas del cuerpo y los síntomas de la mente, ni se considera el término vago de enfermedades «psicosomáticas». Se considera al organismo un «todo» indivisible, en el que todas sus partes se encuentran íntimamente relacionadas entre sí. No existe la separación en cuerpo y mente. Por ejemplo, si algún órgano o sistema fundamental se desequilibra, este desequilibrio se expresa con variedad de sintomatologías tanto «corporales como mentales».
Por ejemplo, si existe un desequilibrio en el sistema de bazo estómago, se puede esperar que aparezcan síntomas tales como diarrea o estreñimiento, vómito, náusea, falta de apetito, inflamación abdominal, dolor abdominal, entre otros síntomas, que de alguna manera, fácilmente, se pueden relacionar con esos sistemas, pero de acuerdo a la concepción biológica del ser humano en este caso también podemos esperar encontrar síntomas como angustia, ansiedad, preocupación y pesadez de cabeza.
En la medicina actual, el individuo se considera en forma integral, no existe una separación entre lo que es el cuerpo y la mente. Existe un sólo cuerpo con un grupo de sistemas y órganos fundamentales, que son los encargados de mantener el equilibrio y el correcto funcionamiento de todo el organismo en sus aspectos físico, orgánico, mental y emocional.






