El sueño es un acto fisiológico y activo que va más allá del simple hecho de cerrar los ojos y tener un tiempo de desconexión con el medio externo, es un patrón placentero, fisiológico y necesario para los seres vivos.
La ciencia ha logrado significativos avances y desde hace un tiempo, se viene hablando sobre la importancia de éste y de las consecuencias de sus trastornos que pueden derivarse de diferentes alteraciones médicas, psiquiátricas, emocionales y conductuales.
De acuerdo con Darys Osuna Julio, docente del programa de Terapia Respiratoria de Areandina seccional Pereira, “el buen dormir se convierte en el logro de las buenas funciones biológicas, cobrando importancia en el equilibrio psíquico y físico.
Se estima que el ser humano invierte un tercio de su vida al sueño; lo que indica que es una actividad importante en el desarrollo y evolución de los seres vivos, además de mantener en equilibrio todo el proceso fisiológico y homeostático del organismo, incluyendo funciones importantes en la regulación metabólica y endocrina, activación inmunológica, restablecimiento y conservación de la energía, consolidación de la memoria, entre otros”.
Para la docente Osuna, el sueño es para llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana y al igual que otras funciones del organismo.
“El ciclo vigilia sueño obedece a tres tipos de procesos. El primero es un proceso homeostático que controla la producción del sueño y la vigilia, el segundo es un proceso circadiano que establece la organización del sueño en ciclos de 24 horas por la luz/oscuridad y el tercero, un proceso Ultradiano por las oscilaciones entre el sueño NREM, es decir, sin movimientos oculares rápidos y el sueño REM que son movimientos oculares rápidos y que corresponde a las etapas de sueño. Además de estos elementos estructurales, el ciclo vigilia sueño también está regulado por otros factores importantes como la edad, las diferencias individuales de cada sujeto, actividad física, la ingesta de alimento, procesos hormonales, etc.”.
Apnea, un síndrome que afecta a millones de personas
Durante el sueño se generan cambios fisiológicos respiratorios que pueden ser normales y variables de acuerdo a la etapa de sueño en la que esté la persona, dados a los cambios anatómicos generados por el tono muscular de la vía aérea superior en el mecanismo de apertura y cierre de la misma.
El reporte epidemiológico de la sociedad colombiana de cardiología y cirugía cardiovascular del 2019, consideró que, “el síndrome de apnea/hipopnea obstructiva del
sueño (SAHOS), es el trastorno respiratorio más común en los seres humanos”. Un episodio caracterizado por la aparición repetitiva de obstrucción de la vía aérea superior que provoca una alteración anatómico funcional de la vía aérea superior y que lleva a la ausencia completa o parcial del flujo de aire respiratorio durante al sueño originando al mismo tiempo desaturaciones nocturnas de oxígeno, micro despertares o despertares completos que ocasionan un sueño no reparador.
“Este trastorno desencadena una sintomatología como los ronquidos, hipersomnia diurna, cefalea matutina, boca seca y deterioro cognitivo-conductual, favoreciendo al desarrollo o a complicaciones de otras patologías, como enfermedades cardiovasculares, respiratorias, endocrinas, metabólicas, entre otras”, explica la experta Osuna.
El reporte establece que la prevalencia del SAHOS a nivel mundial oscila entre el 3% y el 17% dependiendo del sexo y grupo etario, donde se calcula que este síndrome afecta al 3% de mujeres en edades entre los 30 a 49 años y al 10% de los hombres de este mismo rango de edad y en grupos de edad entre los 50 a 70 años”, y aunque en Colombia no se conoce con exactitud la prevalencia del SAHOS, se asume que es similar a la información reportada a nivel mundial.
Trastorno del sueño en el paciente obeso
La obesidad constituye un factor de riesgo importante para el diagnóstico del SAHOS, un índice de masa corporal (IMC) igual o mayor a 30 determina una alta probabilidad para el desarrollo de este. Para la docente Osuna, “de igual forma tiene mucha asociación con el grado de severidad en la que se encuentre la enfermedad; en la que puede ir de leve a grave, fenómeno que va directamente condicionado al IMC, ya que el depósito de grasa tiene una localización importante en los tejidos de la vía aérea superior y una reducción en la capacidad pulmonar por el aumento del perímetro abdominal”.
La académica Osuna es enfática al señalar que, cuando se sospecha de la existencia de SAHOS, pueden presentar dos o más síntomas como ronquidos, pausas respiratorias o sensación de ahogo durante el sueño, sueño agitado, despertares frecuentes, sequedad de boca, sudoración excesiva nocturna, deterioro o perdida de la memoria, somnolencia excesiva, cansancio, irritabilidad o alteración del estado de ánimo, dolor de cabeza matutina, enuresis, micción nocturna frecuente, etc.
“Si bien, la obesidad tiene una alta relación con el diagnóstico de esta enfermedad, hay otros factores de riesgos importantes que pueden empeorarla o generarla, dentro de estos están las comorbilidades o existencias de otras patologías, alteraciones anatómicas y funcionales de la vía aérea superior, edad, genética y otros factores evitables como el consumo de alcohol, tabaco y sedentarismo”, afirma Osuna.
Las personas con exposición al humo de tabaco generan respuestas inflamatorias crónicas en la vía aérea superior y al mismo tiempo aumenta la resistencia del paso de
aire durante la respiración.
En palabras de la experta Osuna, “la afinidad que tiene la nicotina sobre los receptores colinérgicos cerebrales de tipo nicotínico aumenta el estado de vigilia y disminuye el sueño. Además, el tabaco es un factor negativo capaz de producir diferentes tipos de tumores a parte del pulmonar, el exceso de bebidas alcohólicas se convierte en un depresor del sistema nervioso central (SNC) y en efecto, disminuye el tono y la fuerza dilatadora de los músculos orofaríngeos, el cual favorece esta tendencia obstructiva e impide el paso de aire a nivel pulmonar, generando ronquido y empeoramiento de las apneas del sueño”.
El sueño y la salud tienen una relación muy estrecha, este binomio es un mecanismo funcional preciso para la calidad de vida, por lo tanto, el impacto de las alteraciones respiratorias del sueño no solo afecta a las personas que lo padecen, sino que trasciende a quienes los rodea y a la población en general.
Finalmente, la docente Osuna sugiere algunos consejos para mejorar la calidad del sueño:
• Haz de tu dormitorio un espacio apropiado para el sueño saludable donde la habitación esté libre de luces y ruidos.
• Establece un horario regular y razonable para acostarte y levantarte.
• Practica de manera rutinaria un ritual de actividades relajantes antes de dormir.
• Evita las comidas pesadas de noche y toma líquidos con moderación después de la cena.
• Procurar tener un buen colchón y usa ropa de cama cómoda.
• Reduce las siestas largas durante el día, especialmente si hay problemas para dormir de noche.
• Mantén un peso saludable, la obesidad es el principal factor de riesgo de apnea del sueñ